La Montaña
“Nadie sabe como se siente, mejor dicho a nadie le importaba como se sentía, nadie se daba cuenta que realmente él estaba ahí”.
La Vida:
Para Tomás Subercaseaux, la vida no era fácil, para él la vida era un verdadero martirio.
El señor Tomás Subercaseaux era un simple reportero, trabajaba cinco días a la semana para la revista “Hoy en día”, la cual alguna vez llego a ser la mas popular. En cuanto al su familia, ni siquiera se preocupaba por él, Tomás era divorciado y tenía tres hijos que lo aborrecen, en conclusión su vida estaba más bien por el suelo.
Cansado de llevar una vida así, Tomás Subercaseaux acude a su trabajo un día lunes por la mañana, solo en su departamento se levanta a las ocho, se ducha y toma un pobre desayuno. Cuando llega a su trabajo es saludado por pocas personas y cuando se sienta en su mini-oficina admira sus pocas pertenencias, una fotos de sus hijos: Ana la mayor de Diecisiete y los gemelos Javier y Daniel de doce, los tres muy blancos y de cabellos rubios muy parecidos a su madre.
En la pared colgaba lo que para Tomás Subercaseaux fuera su mayor trofeo como periodista, una placa enmarcada, en un cuadro muy llamativo, en la placa decía:
“Al Reportero más
Destacado del año”.
Director del consejo nacional
De periodismo.
Junto a este cuadro colgaban otros mas pequeños, todos estos marcaban de alguna manera una etapa muy buena en la vida de Tomás, él siempre miraba esos cuadros y deseaba volver a esa época, en la cual su matrimonio no podría estar mejor y su vida tenia sentido
Que tiempos aquellos.- se decía a si mismo.
El trabajo principal de Subercaseaux en la revista, era escribir una crítica al comportamiento de la sociedad, más bien el comportamiento de las personas en su ciudad, relataba hechos y explicaba el comportamiento. Pero para el resto de la revista esta actividad no era realmente importante, la revista con el tiempo se había vuelto en general puro “marketing” y Subercaseaux representaba a un don nadie para los lectores de la revista “Hoy en Día”.
Tomás Subercaseaux realmente estaba solo en el mundo. Cuando llegaba a su departamento deseaba que una rica cena estuviera preparada esperándolo, luego de abrir la puerta se daba cuenta que todo era una quimera, todo era una fantasía, ninguna cena estaría esperándolo, que estaría obligado a prepararse algo congelado con mal sabor para comer.
Esa noche se fue a la cama temprano, después de una paupérrima cena, desde luego. Apenas se acostó se quedo dormido, después de todo llevar una vida así debe de ser cansador, Tomás se introdujo en un sueño profundo, un sueño que le daría un nuevo curso a su vida.
El Sueño.
Una nube azul cubría la estancia en donde se encontraba Tomás. La nube le mostraba una serie de imágenes de su vida, como de su niñez, su primera bicicleta, su primer beso, su primer amor, el día de su matrimonio, el día de nacimiento de sus tres hijos. Todas estas imágenes lo hacían sentir bien, estas pertenecían a la etapa buena de su vida, en ese momento las imágenes se alejaron y la nube se fue tornando gris, hasta llegar a un negro fuerte, entonces más imágenes aparecieron, pero estas eran diferentes, estas mostraban las constantes peleas con su mujer, sus hijos pidiéndole apoyo y el negándose a dárselos, la trágica muerte de su hermano. Todo era extraño, odiaba ver estas imágenes lo hacían sufrir y recordarle como su vida se derrumbo.
Las imágenes se esfumaron y la nube cambio de color, lentamente se fue tornando blanca, un blanco cegador y así se quedo por un momento hasta que nuevas imágenes llegaron, estas pasaban más y más rápido, ninguna de ellas las podía reconocer.- Deben mostrar el futuro -. Se dijo, y de las pocas que pudo captar, pudo ver a sus hijos gemelos votados en alguna calle de la ciudad borrachos y drogados, a su hija mayor escapándose de la casa y prostituyéndose para vivir. Las imágenes se esfumaron una vez mas, pero ahora apareció una sola imagen fija, era su ex mujer llorando en la cama donde solían dormir, lloraba y lloraba y él no le podía ver el rostro porque lo tenía tapado con las manos, entonces la nube quedo en blanco nuevamente y nada mas apareció.
El despertar.
Un estruendo paso por su cabeza, despertó de un salto cansado y jadeando, parecía que hubiera estado en un sauna, porque tenía todo el cuerpo mojado de tanto transpirar, contemplo su cuarto un rato y después se fue a tomar un vaso de leche a la cocina, luego de eso se regresó a la cama, pero no volvió a dormir, en cambio Tomás se puso a pensar en su vida a analizar sus errores.- Una cosa llevo a la otra -. Se decía.- Un error tras otro -. Primero, se preocupo tanto de su trabajo que descuido su matrimonio y aún peor descuido a sus hijos. Por eso su familia lo abandono y cuando se dio cuenta del desprecio de su familia, la inquina que le tenían sus hijo, entonces descuido su trabajo, pero para ese momento todo estaba perdido, y eso fue todo se quedo sin pan ni pedazo, así fue como su vida se derrumbo.
Se levanto otra vez a la cocina, tomo leche otra vez y volvió a su cama. Una idea de pronto se vino a la cabeza del señor Tomás Subercaseaux, mucho mas que una idea era un plan, un plan que debía funcionar, un plan que tenía que darle un vuelco a su vida para siempre.
Se levanto otra vez por más leche, pero ahora no se fue a la cama, o no señor, fue a su escritorio y prendió su computador, se puso a escribir, no durmió en toda la noche, por supuesto que tubo que cambiar la leche por el café después de unas horas. Cuando eran las siete de la mañana apago su computador, se ducho y luego fue a buscar a sus hijos. En la casa la madre ni siquiera lo miro, pero él no presto atención, en el auto hablo con sus hijos y les prometió que arreglaría las cosas con su madre y que trataría de no volver a defraudarlos.
Fue tan grande el cambio que en un mes la vida de Tomás Subercaseaux dio un vuelco mejor de lo esperado, a lo largo de ese mes se dedico a escribir una novela, la cual empezó la noche que se desvelo, la novela trataba de la dicha de tener una familia.
Y en cuanto a su familia la recupero, recupero por completo el afecto y la confianza de sus hijos, pero también recupero el amor de su esposa; Renuncio a su trabajo para dedicarse de lleno a la escritura.
Tomás Subercaseaux había cambiado, jamás nunca volvería a traicionarse y cuando su familia lo necesitase, él ahí estaría para nunca más volver a defraudarlos.
